lunes, 23 de febrero de 2015

Si te encuentro en otra vida.
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  “Mamá, quiero que conozcas a mi novia…”

Temida frase por cualquier madre, especialmente a cierta edad de los hijos cuando este tipo de decisiones comienzan a convertirse en posibles y cruciales caminos de por vida.
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   “Claro que sí Rodrigo, me encantaría.”
Así fingen las mamás. Porque ellas no saben decir: “hay no que flojera”.

-          “Iremos a un restaurante mañana por la noche y ella llevará a su padre, así nos conocemos todos.”

Casilda trató de no abrir de asombro esos ojos inmensos que la caracterizaban. Pero una cena con la familia de la novia sonaba demasiado formal. Y como todas las mamás se imaginó campanadas, a su hijo en el altar, nietos, visitas los domingos, etc.

Rodrigo iba regresando de la ciudad de Monterrey donde había estado estudiando y posteriormente ejerciendo su profesión de médico. Allí había conocido a Frida, una chica que casualmente era de su misma ciudad de origen, Hermosillo Sonora. Ella estudiaba arte y había logrado colocar algunas obras y exposiciones en el extranjero, era muy parecida a Casilda, Casilda era una escritora. Escritora de esas que aman sentarse a la orilla del mar con una taza de café hirviendo “quemalenguas” y desahogarse en el teclado, es irónico desahogarse frente al mar, pero es algo que a muchos nos pasa. 

Frida igual amaba pintar frente al mar por horas y estaba muy contenta de regresar a su ciudad natal junto con su novio para poder escapar los fines de semana a Bahía de Kino, una playa hermosa a pocos minutos de la ciudad, un espacio donde el desierto y el mar se unían como un suceso imposible.

Casilda se arregló lo mejor que pudo. Y de vez en vez se asomaba despacio a la habitación de su hijo para asustarse con tanto entusiasmo, esto se veía realmente serio.

Y como todas las mujeres: se imaginaba cómo sería la boda, los bautizos, las piñatas, navidades, con la gran familia que ahora iba a tener. El corazón le saltaba de la emoción mientras se maquillaba cantando y bailando.

Rodrigo se adelantó a recoger a Frida y Casilda les alcanzó en el restaurante a la hora indicada. Entró a paso seguro, se veía increíble, como se ven las personas que cantan en el baño y que nada les importa.

Pudo ver a Rodrigo y a la chica a su lado, muy hermosa. Pero apenas se le dibujaba una sonrisa cuando tuvo que parar en seco.
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“Dios mío…”

Dijo en voz baja.

Habían jurado reecontrarse, pero la vida los reencontró. Casilda reconoció inmediatamente al amor de su vida, Gerardo el padre de Frida.

Hacía muchos años Casilda y Gerardo habían terminado su noviazgo, Gerardo partía a Monterrey a hacer su especialidad de medicina y Casilda no creía en los noviazgos a larga distancia. Y menos en tiempos donde la larga distancia era costosa y realmente era distancia, los vuelos eran caros y el único medio de comunicación era el teléfono y la correspondencia que tardaba días y días en llegar y la distancia era distancia.

Cuando Casilda iba a casarse con Rubén, el cabrón de su ex marido, Gerardo tomó un vuelo a la ciudad y una noche, a través de su ventana le pidió no se casara. Pero la boda estaba en puerta y Casilda en aquel momento no era tan valiente y Rubén no era tan cabrón. Además eran unos tiempos de mujeres que escondían las agallas, las tenían, pero las ocultaban en obediencia y sumisión. ¿Cómo fallarle así a sus padres y a una exigentísima sociedad? Casilda dijo no al amor, pensando que hacía lo correcto.

Y soñó con él a cada momento, en cada país que visitaba, con cada desprecio de su marido, durante su difícil vida matrimonial, con cada triunfo de su carrera, con cada hombre que se le pareciera, le soñaba, le deseaba y le hablaba en su mente. Le contaba sus cosas, su vida, su dicha y sus desgracias. Lo tuvo presente siempre. Pero hoy él estaba allí.
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“mamá estás bien?” dijo Ricardo

-          “Estoy bien hijo…hola buenas noches…”

Gerardo estaba peor que pasmado, estaba en shock, perplejo, anonadado, ensimismado. Casilda el amor de su vida estaba allí. La había soñado, la había deseado, la imaginó a su lado siempre, tenía su fotografía guardada en un lugar secreto de su oficina, recordaba su perfume y su sonrisa, recordaba su carácter, su voz y siempre imaginaba que era suya, recreaba el encuentro en su mente una y otra vez. Y hoy ella estaba allí. Años después la vida giró.
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Ella es mi mamá, Casilda y él es Gerardo, el padre de Frida mamá.

No supieron qué hacer, se dieron la mano y se sentaron a la mesa.

La cena transcurrió en extraña tensión y momentos de silencio, Gerardo no podía parar de observarla mientras que Casilda no hacía más que esquivar las miradas ¿Cómo explicarle a sus hijos que el amor de sus vidas no eran sus padres si no la persona delante?

Casilda temía que se le notara el bochorno y los latidos de su corazón se escucharan ¿Cómo es que esto estaba sucediendo? Pensó que lo soñaría el resto de su vida.

-          No te ilusiones – pensaron los dos – quizá ya te olvidó.

Rodrigo y Frida anunciaron que deseaban vivir juntos en pareja un tiempo, pero ni el padre de ella ni la madre de él parecían darle importancia, estaban muy sorprendidos de tan comprensiva reacción.

-          Mamá qué piensas, adelante dinos tu opinión.
Dijo Rodrigo

-          Me parece muy bien hijo, que bueno
Dijo Casilda esquivando la mirada de Gerardo y abanicándose con la servilleta.

La cena terminó y Casilda pensaba que pronto despertaría. Pero Rodrigo decidió que continuaran la velada en casa de su madre para brindar y que sus padres continuaran conociéndose, quizá algún día serían legalmente una familia.

Llegando a casa Casilda se metió a la cocina y con manos temblorosas comenzó a sacar unas copas y una botella, galletas y aceitunas cuando de pronto sintió una mirada en su nuca. Se quedó fría e hirviendo a la vez. Se volteó para encontrar su mirada, era él, el mismo. Él tenía los ojos con ligeros brotes de lágrimas y un toque de felicidad inexplicable, le temblaba la boca, no podía hablar, pero con fuerza la llevó hacia él y por dos segundos las luces se apagaron, no había poses, no había público, solo dos corazones que se estaban esperando hace tanto, por siempre y para siempre.

Habían pasado apenas 10 minutos de que Casilda y Gerardo se reencontraron y la pasión comenzó a surgir en un movimiento rápido Gerardo aseguró la puerta de la cocina y arrinconó a Casilda.
Casilda había aprendido a no hacer esperar a la vida, así que tomó el momento ó el momento la tomó a ella pero el calor la encendió como si tuviese 20 años.

Ni siquiera alcanzaron a quitarse toda la ropa cuando aguantando los gritos y de forma cariñosa y casi violenta todo sucedió, con la fuerza del destino y las ganas del tiempo acumuladas en el cuerpo. Claro tampoco eran tan jóvenes y aquello apenas sucedió en unos minutitos, sus hijos ni siquiera se dieron cuenta del calor que sentía el desayunador.

Salieron despeinados y sudorosos, se arreglaron las ropas un poco y fueron a encontrarse en la sala con sus hijos cargando temblorosos unas charolas con copas y botanas mal hechas.

-          Mamá tu arete está en la charola

-          ¡hay hijo!  es que me estaba molestando que pena, olvidé ponérmelo ¡qué tonta! Firda qué vas a pensar, que tu suegra es una distraída…

Casilda no paraba de hablar nerviosa justificándose, pero Frida poca atención podía prestarle, no solo les faltaba dar la noticia más importante si no que no podía parar de observar la bragueta abierta de su padre con quien intentaba intensamente de cruzar miradas para indicarle que debía subirla. Algo muy extraño había sucedido en menos de 20 minutos y comenzaba a notarse.

Y es que la felicidad y el sexo son imposibles de ocultar, es como si la piel te delatase y los ojos se gritaran: ¡yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeiiiiiiiiiiii!¡oh si oh si!

En fin, pretendieron todos que nada sucedía, hasta que Rodrigo soltó la bomba
-          Mamá, suegro. La verdad es que…hemos decidido vivir juntos puesto que, pronto ustedes serán abuelos.

Casilda y Gerardo estaban al borde del ataque cardiaco, las hormonas, los nervios y las sorpresas estaban al máximo, se voltearon a ver y entonces la felicidad desbordó a tal grado que se abrazaron ante la mirada asustada e impactada de sus retoños. La vida les estaba dando un regalo enorme: la familia que siempre quisieron tener juntos, claro sin batallar, puesto que los nietos son para gozarse. Una segunda oportunidad, en un momento pleno de su vida.
Se abrazaron largo y tendido y Gerardo le besaba el cabello, mientras Frida repetía:
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Papá, basta…papá…¿papá?

Rodrigo no supo que hacer trató de tomar del brazo a su madre para separarla de aquel hombre que la asfixiaba en besos y caricias, pero luego la soltaba y luego ella le tiraba un manotazo para que la dejara seguir celebrando.

El final es muy simple, Gerardo y Casilda contaron su historia, todos lloraban y reían sintiendo esa fuerza que va más allá de todas las fuerzas, ese no se qué que qué se yo que cuando destina a dos corazones a estar juntos hasta el final de sus vidas, no descansa hasta hacerlos reencontrarse.


Casilda y Gerardo viven en la playa, sus nietos los visitan y cada día lo disfrutan como arroz con leche con una taza de café a media tarde.

FIN.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Hubo una vez.

Hubo una vez.

El amor ideal se quedó estancado, así como son los amores ideales, un sueño que no se alcanza pero que nunca se va, como una constelación, siempre allí, inalcanzable, misteriosa que no se puede dejar de mirar.

Y la verdad es que yo si te alcance. Te tuve unos segundos, unos minutos, en el momento en que más te necesitaba, cuando descubrí el error de la impaciencia.

Me había casado unos pocos meses antes de que tu regresaras, me sentía segura de mis decisiones, pensé que no pensaba en ti, excepto de vez en cuando durante el sexo, pero eso le pasa a cualquiera, no pensaba qué tan real eras.

El día de la boda sabía que no era la decisión perfecta, pero pensaba que era la correcta. Él me había fallado alguna vez, pero nos llevábamos tan bien, me gustaba y lo amaba.

Y las profecías se cumplieron. Falló en todos los sentidos y yo fallé con él. Pero seguimos intentando.

Así que el día que te encontré fue sin buscarte, solo fue.

Fue el mejor día de mi vida.

-         Cómo estás? -  Dijiste.

Ya sabías. Todos sabían, lo que ocurría en mi vida.

Me quedé muda, como pocas veces, con un nudo en la garganta, y la sensación ardiente de que esto terminaría con la almohada entre los dientes.

No respondí. No era necesario me sonreí y te abrace. Sentí que tu abrazo se fue poniendo más intenso y apretado y escuché tu respiración nerviosa de inhalaciones profundas y difíciles de soltar, como quien quiere retener el momento por siempre. Después soltabas el cálido aire de tu interior de pausa en pausa como si con un cincel labraras la figura del instante.

Yo tenía miedo. Miedo de quedar atrapada por siempre entre tus latidos ¿cómo es que estás aquí ahora y no antes? ¿cómo podría volver atrás?

Nos tardamos un poco en reaccionar y la separación fue solo física cuando nos soltamos del abrazo.

¿Cómo es que habíamos coincidido allí? Era el espacio donde diario me dedicaba a correr tratando de olvidar, de escapar y de volver a ser yo. Y ese pareciera que corrí hacia ti, fueron dos segundos frente a frente. Regresó cada quien 2 metros y dos años.

Seguimos caminando y te conté lo que ya conocías, pude ver tus ojos llorosos, como si mi pena fuera la tuya. Llegamos a tu auto y me abriste la puerta.

Era una entrada hacia el futuro, el pasado y el presente a la vez, los recuerdos, la esperanza y la frustración unidas en dos segundos en los que la mente se detuvo. Todos tenemos esos dos segundos, donde te decides a errar o acertar, actúas o mueres. El bien y el mal delante de ti. Hay quienes no utilizan jamás sus dos segundos y viven con suerte…buena o mala. Nunca dejes pasar tus dos decisivos segundos: UTILÍZALOS, aprovéchalos y agradécelos. Pueden cambiarte la vida.

Lo miré, lo abracé, un beso en la mejilla y dije: Te voy a extrañar el resto de mi vida, perdóname, te amo y gracias.


FIN.

#unanovelaaldía #bytato